viernes, 30 de abril de 2010

140 km / hora

Recordaba con mi viejo las andanzas de chofer o de manejar grandes carros, cargados de fruta en carreteras principales donde apenas cabía su trailer y una bicicleta panadera. En mis tiempos de veinteañero tuve la maravillosa oportunidad de manejar ambulancias, todavía lo hago pero no es lo mismo. Hace ya 9 años de esos días. EL motor 2002 de las Ambulancias Ford Econoline rugía de manera hermosa al alcanzar los 160 km/h durante un servicio de emergencias. Todavía no visualizo mi vida sin la Cruz Roja, sé que llegara y no necesitare volver atrás porque habré vivido todo.
Durante esos días conocí a la mujer que es mi esposa, que temblaba al acudir conmigo a un servicio por lo chingon que manejaba. Mi condición de operador permitia ciertas vicisitudes que terminaron por arrojar dudas mas que intrigas porque yo podía hacer todo: manejar y atender a los pacientes. La gente veía en mi a quien sabe que (decían que era un super humano, esa misma gente considero apropiado irse cuando yo me fui.
Pero volviendo al volante, fueron días de idas a colima en minutos, idas a servicios de todos los tonos; verdes, amarillos, rojos y uno que otro negro. Todo con el hermoso rugir de un motor, luces rojas y amarillas y lo que es mas, con mi corazón latiendo a mil por hora.
No sufri accidente alguno, mi padre si pero siguio con vida. Hoy solo tenemos historias. Ya no manejo igual, ya no tengo ese sensacion de abandono en mis pies. Siempre llevo en la mente a mi chavito y lo imagino manejando ambulancias también.
Mi viejon también recuerda los días que manejo carros pesados. Dias de interminables kilometros hasta Chihuahua. Muchas historias mías y de él que parecen unirse en la poderosa sensacion inequívoca de adrenalinicos al escuchar el acelerar y revoluciones de motor.
¡Salud!

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